“A menudo, las ciudades
de Europa debieron ver llegar estas naves de locos”[1]
“Stultifera Navis” es una pieza
para soprano sola dedicada a Silvia Camacho quien, con una magnífica
interpretación, la estrenó el 12 de mayo del año en curso en su concierto “La
voz en la siglos XX y XXI” en el Conservatorio Nacional de Música.
Esta pieza toma como punto de
partida la obra pictórica: “la nave de los locos” de Hieronymus Bosch, mejor
conocido como “el Bosco”, donde se nos muestra un pequeño navío con pasajeros
pertenecientes a diferentes rubros sociales, y que a simple vista podemos
dilucidar que no son parte de aquello de lo que la sociedad humana se
enorgullezca. La soprano en este caso representa esta nave, el vehículo que
lleva en si todas estas facetas humanas que emergen una a una en el transcurso
del tiempo, y que pareciera que el único acto que las mantiene en unidad es el
simple hecho de que todas ellas son parte del mismo viaje.
Como
proceso compositivo, delimité ciertas facetas humanas con diferentes
características musicales para que la soprano no interpretara un solo
personaje sino más bien varios personajes que articularan entre ellos el
discurso musical. Por lo tanto tenemos
por ejemplo, el personaje que está delimitado por el empleo del canto
gregoriano con el uso de vocales, timbre nasal y ritmo holgado, en
contraposición con el que está delimitado por el uso de gritos, silabas
explosivas y ritmo muy marcado; por mencionar algunos. A estos
personajes los remarca aún más el timbre de las percusiones corpóreas,
que no solo están usadas como un elemento musical, sino también por su
estrecho vínculo con un estado emocional y la teatralidad que
inevitablemente esto conlleva. Para llevar el discurso de esta obra no
existe un texto, por lo tanto no existen personajes que sean parte de
una narrativa textual, sino más bien personajes construidos a través de
sonidos peculiares, que a su vez los establecen dentro de un enmarcado
perfil, que he denominado “personaje sonoro”. La pieza es cíclica, pues
termina con los elementos musicales con los que comenzó, por lo tanto,
al escucha se le invita a pensar que esta nave-soprano se encuentra en
medio de un eterno naufragio, de un viaje que comenzó, pero que ninguno
de sus pasajeros se planteó cuál sería su destino.
Mario Mendoza
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